May 8, 2025
¿Las playas de Mallorca tienen tiempo prestado?
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Helene Huret
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Raquel Vaquer, bióloga marina y coordinadora del informe de Mar Balear
«P

asé más de 15 años vendiendo pareos en la playa de Es Trenc», recuerda Brigitte Calas de Pareoconnection. «Esta playa era más que un simple lugar para trabajar, era mi vínculo con la naturaleza y un increíble espacio de libertad. Vi cómo la playa cambiaba, se marchitaba y perdía su espíritu salvaje. Cada centímetro de arena que desaparece forma parte de mi historia». Testigos incesantes de esta transformación: los búnkeres de Es Trenc, que ahora tienen los pies en el agua, se construyeron en seco. En 60 años, la costa ha retrocedido unos impresionantes catorce metros.

El fenómeno no es aislado. En Sa Ràpita, Formentor, Deià y Platja de Palma, la playa se aleja inexorablemente. El ayuntamiento de Palma está considerando ahora reducir el tamaño de las concesiones y limitar el número de tumbonas y sombrillas. Estas autorizaciones, emitidas en un momento en que las playas parecían inmensas, ahora contribuyen a saturar el espacio y dejan poco espacio para las toallas de los visitantes. «El 20% de las playas de Mallorca», explica Raquel Vaquer, bióloga marina y coordinadora del informe Mar Balear, «pierden alrededor de 0,5 metros cada año». Cincuenta centímetros de media: puede que no parezca mucho, pero si se acumula a lo largo de varios años, el retroceso se vuelve espectacular... y preocupante.

Hay muchas causas, empezando por el cambio climático. El derretimiento del hielo y la expansión térmica de los océanos están provocando un aumento gradual del nivel del mar, cuyo ritmo se ha acelerado en las últimas décadas. Con 780 km de costa, Mallorca es particularmente vulnerable. Sin embargo, el aumento del nivel del mar es solo una parte del problema. La arena blanca y las aguas turquesas translúcidas que atraen a los turistas dependen en gran medida de la hierba de Neptuno o Posidonia oceánica, las largas hierbas mediterráneas. «No sé si la gente se da cuenta del importante papel desempeñado por Posidonia oceánica», recalca Raquel. «A diferencia de la península, las playas de aquí no son el resultado de la erosión de las rocas: el 70% de la arena proviene de la degradación de los organismos vivos (mariscos, erizos de mar, bivalvos) que viven en la Posidonia oceánica prados».

E

n otras palabras, sin Posidonia oceánica, no habría arena y el agua no sería tan transparente como lo es porque esta hierba marina filtra los sedimentos. Por último, pero no por ello menos importante, Posidonia oceánica actúa como rompeolas natural, frenando las olas que rompen en la costa con menos fuerza y arrastrando menos arena al mar. En invierno, las hojas muertas de las praderas marinas que se acumulan en las playas impiden que la arena se vaya volando. Un investigador del Centro Oceanográfico de las Islas Baleares (Institut Espanyol d'Oceangrafia), Biel Jordà, ha demostrado que sin Posidonia oceánica, las tormentas invernales serían tan devastadoras como las de Gloria en 2020. Posidonia oceánica las praderas se ven amenazadas por el anclaje de barcos, la eutrofización y el calentamiento de las aguas. Su mortalidad aumenta cuando la temperatura del mar supera los 28 °C.

Otro factor importante es el desarrollo concreto de la costa. «Hemos gestionado mal la costa. Al construir hoteles, puertos y marinas en las dunas, hemos alterado la dinámica natural de las playas. Una playa es un sistema vivo que incluye una parte sumergida y otra parte sumergida y extendida por dunas», explica Vaquer. Construir sobre dunas bloquea el movimiento de la arena. La arena de las dunas no compensa y, por lo tanto, no mantiene el equilibrio de las playas.

Este es el caso de S'Arenal, donde la playa del norte se ha reducido desde la construcción del puerto y la marina, que atrapan los sedimentos. Es Trenc, que estuvo protegida de los proyectos de urbanización en la década de 1970, ahora sufre los efectos del uso humano. El retroceso de la arena es particularmente llamativo en las zonas más frecuentadas: cerca de los aparcamientos de es Cremat (Na Tirapel), la playa ha perdido casi 19 metros. Desde 2020, la asociación GOB ha estado pidiendo el cierre de este estacionamiento, señalándolo como una de las causas de la erosión.

El hacinamiento es un factor importante. Todos los visitantes se llevan sin querer unos pocos gramos de arena, ya sea pegados a la piel o atrapados en una toalla. El ayuntamiento de Santanyí ha calculado que Caló des Moro, que debido a su fama en Instagram atrae a 4.000 turistas al día, pierde 50 kg de arena cada día. Con solo 14 metros de longitud, esta joya natural podría desaparecer mucho antes de que el mar la sumerja.

Según las previsiones de los investigadores del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA), la superficie de las playas de las Baleares podría reducirse a la mitad a finales de siglo. Tres cuartas partes de los sitios, como Peguera, Cala Fornells y Ca'n Pere Antoni, podrían quedar sumergidos temporalmente por las tormentas. Y los más vulnerables, como Cala Formentor o Calo des moro, podrían desaparecer definitivamente.

Durante mucho tiempo, se pensó que la tendencia podría revertirse volviendo a inyectar arena bombeada desde el mar a las playas. «Una solución costosa, temporal e ineficaz», nos asegura Raquel Vaquer: «Lo más importante es proteger y conservar el Posidonia oceánica». Esta planta marina, esencial para la estabilidad de las playas, también captura el 7% de las emisiones de gases de efecto invernadero del archipiélago: un aliado clave frente al cambio climático.

«Al construir hoteles, puertos y marinas en las dunas, hemos alterado la dinámica natural de las playas. Una playa es un sistema vivo que incluye una parte sumergida y otra parte sumergida y extendida por dunas».
Foto de Miguel Gomila cortesía de la Fundación Marilles