
«P
asé más de 15 años vendiendo pareos en la playa de Es Trenc», recuerda Brigitte Calas de Pareoconnection. «Esta playa era más que un simple lugar para trabajar, era mi vínculo con la naturaleza y un increíble espacio de libertad. Vi cómo la playa cambiaba, se marchitaba y perdía su espíritu salvaje. Cada centímetro de arena que desaparece forma parte de mi historia». Testigos incesantes de esta transformación: los búnkeres de Es Trenc, que ahora tienen los pies en el agua, se construyeron en seco. En 60 años, la costa ha retrocedido unos impresionantes catorce metros.
El fenómeno no es aislado. En Sa Ràpita, Formentor, Deià y Platja de Palma, la playa se aleja inexorablemente. El ayuntamiento de Palma está considerando ahora reducir el tamaño de las concesiones y limitar el número de tumbonas y sombrillas. Estas autorizaciones, emitidas en un momento en que las playas parecían inmensas, ahora contribuyen a saturar el espacio y dejan poco espacio para las toallas de los visitantes. «El 20% de las playas de Mallorca», explica Raquel Vaquer, bióloga marina y coordinadora del informe Mar Balear, «pierden alrededor de 0,5 metros cada año». Cincuenta centímetros de media: puede que no parezca mucho, pero si se acumula a lo largo de varios años, el retroceso se vuelve espectacular... y preocupante.
Hay muchas causas, empezando por el cambio climático. El derretimiento del hielo y la expansión térmica de los océanos están provocando un aumento gradual del nivel del mar, cuyo ritmo se ha acelerado en las últimas décadas. Con 780 km de costa, Mallorca es particularmente vulnerable. Sin embargo, el aumento del nivel del mar es solo una parte del problema. La arena blanca y las aguas turquesas translúcidas que atraen a los turistas dependen en gran medida de la hierba de Neptuno o Posidonia oceánica, las largas hierbas mediterráneas. «No sé si la gente se da cuenta del importante papel desempeñado por Posidonia oceánica», recalca Raquel. «A diferencia de la península, las playas de aquí no son el resultado de la erosión de las rocas: el 70% de la arena proviene de la degradación de los organismos vivos (mariscos, erizos de mar, bivalvos) que viven en la Posidonia oceánica prados».