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e preguntamos cómo se crea una pieza icónica. “Lo primero: la inspiración, algo especial que quiero convertir en una joya”, explica. Luego, el proceso de diseño incluye pruebas, bocetos y maquetas hasta lograr el boceto definitivo. “Hacemos pruebas, maquetas y bocetos para trasladar la idea en una joya”, indica. Cada colección sigue un estilo coherente, donde los colores y las piedras preciosas tienen un significado especial. “Cada color tiene que ver con la colección y con lo que quiere representar.”

Vivir en una isla como Mallorca ha sido fundamental en su obra. “Tengo la suerte de vivir en un entorno único, lleno de historia y paisajes maravillosos”, comenta. La belleza natural y la luz especial de la isla inspiran sus diseños y le permiten contribuir a difundir la historia y la cultura mallorquina. “A través de mis joyas quiero contribuir a que esta historia se preserve y también difundir la belleza de Mallorca.”

En un mundo cada vez más consciente y que privilegia cada vez más la sostenibilidad, Isabel Guarch apuesta por la artesanía y el trato personalizado. “Creemos en la artesanía y en el trato personalizado. Cada joya debe ser única y especial”, señala. Su proceso combina tradición y sostenibilidad, trabajando mano a mano con artesanos locales y orfebres. Sin embargo, reconoce que uno de los mayores desafíos actuales es la pérdida de estos oficios tradicionales: “Uno de los grandes problemas que nos estamos encontrando es que estos oficios se están perdiendo y cada vez es más difícil encontrar relevo generacional”.

Para Isabel, cada pieza tiene un valor especial, ya que recoge un capítulo de su vida y de la historia de Mallorca. Sin embargo, hay una colección que ocupa un lugar muy especial en su corazón: la Cruz de Calatrava. “Es muy especial porque fue la primera colección como Isabel Guarch. Hasta ese momento, todo lo que habíamos hecho eran joyas a medida”, revela. Este fue el punto de partida de su marca, marcando el inicio de su trayectoria como diseñadora.