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unes 7 de julio. Esta fecha está marcada en rojo en mi agenda. Hace cinco meses, yo entrevistado Txema Brotons y Marga Cerda del Fundación Tursiops y me enteré de que podía inscribirme durante una semana como voluntario ecológico en su velero, a pesar de no ser biólogo ni marinero. Emocionado por la idea de observar cachalotes y delfines en su entorno natural, me inscribí. Y contraté a mi amigo Lolo, un comprometido ambientalista y activista por los derechos de los animales.
La hora de encuentro era a las 13:00 horas, lugar: Palma, Plaça d'Espana. Encontramos a Txema, Marga dite Tita y otros tres voluntarios: Daniel y Chantal, una pareja suiza, y Estibaliz, una estudiante de ciencias marinas. Nos dirigimos al puerto de Sa Ràpita, donde nos espera Irifi, un Clipper 411 de 12 metros. En el camino, Txema explica que en el Mediterráneo tenemos la suerte de encontrarnos con cachalotes machos y hembras, a diferencia del Atlántico, donde las hembras permanecen en aguas ecuatoriales mientras los machos cazan en aguas frías, así como ocho especies de delfines. Una vez a bordo, las instrucciones de seguridad son claras: en el mar, el principal peligro es el fuego: en un barco todo es inflamable. Hay tres extintores disponibles para hacer frente a este problema. En caso de una situación crítica (colisión, accidente, daños o hundimiento...), hay varios dispositivos disponibles para alertar a los servicios de emergencia: una baliza EPIRB que emite una señal de socorro, un botón rojo de alerta en la radio VHF y, como último recurso, cohetes de socorro. Si es necesario, un helicóptero responderá en un plazo de dos horas», asegura el capitán. ¡Bienvenido a bordo!
Martes, 8 de julio
En alta mar, sopla el viento y se pronostican olas de más de tres metros en el norte de Menorca. Los cachalotes cazan a una profundidad de 1000 metros, en la más absoluta oscuridad. Nosotros, como buenos animales visuales, estaríamos totalmente perdidos en este universo. Se basan en el sonido. Emiten potentes chasquidos, una especie de crujido seco, cuyos ecos les permiten cartografiar su entorno, identificar accidentes geográficos, localizar a sus presas y comunicarse entre sí a distancias muy largas. Cada clic contiene una cantidad fenomenal de información. Se estima que un cachalote puede transmitir diez veces más información en un segundo que un humano.
Para observar los cachalotes, es necesario mantener los oídos bien abiertos. Para ello, Txema y Marga utilizan un hidrófono: un micrófono que se arrastra bajo el agua. Cuando el mar está demasiado agitado, el sonido de las olas lo cubre todo.