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La gran historia épica de la Llampuga
- By
Helene Huret
sustainability 2030
off the island
La gran historia épica de la Llampuga
Dec 12, 2025
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Helene Huret
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Dec 12, 2025
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La gran historia épica de la Llampuga
Dec 12, 2025
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Foto: Tarek Serraj/Foto de apertura: Pere Andreo, Foto: Tarek Serraj
C

ada año, el llampuga regresa en otoño, como un viejo amigo con el que siempre puedes contar. En Mallorca, este pez migratorio tiene sus aficionados, sus recetas, sus secretos... y ahora su canción. Un homenaje inesperado a uno de los símbolos más modestos, pero más emblemáticos, de la isla. Como canta Pere Andreo, «el llampuga nunca engaña a nadie»: se deja atrapar sin resistencia, y esto es, sin duda, lo que la ha hecho tan popular en la isla. Lleva consigo el recuerdo de una época en la que la pesca se realizaba sin grandes medios, cuando la gente vivía de lo que el mar tenía para ofrecer. Nada de langostas, casi nada de langostinos, ni ninguno de los pescados que ahora damos por sentado en los puestos del mercado.

Desde pequeño, como todos los mallorquines, Pere Andreo ha escuchado a la gente decir «Es templo de llampuga» tan pronto como llegue septiembre. «Había una especie de misterio en torno al llampuga, algo mágico», afirma. «¿Dónde están los lampugas ¿de dónde vienen? ¿Por qué vienen?» Su curiosidad lo llevó a investigar el evento anual para la columna que escribe en «El Setmanari Sóller», uno de los periódicos más antiguos de Europa. «Me interesa», explica, «todo lo que se escapa a las páginas de las noticias: la cultura popular, la etnografía, la etnología, en resumen, las historias que los periódicos ya casi no cuentan», explica. «Un día, iba en moto y me topé con esta escultura en piedra de un llampuga en el puerto de Sóller, y la letra de la canción me llegó espontáneamente durante el corto viaje a Sóller. Empecé a pensar en ello, pensé en una melodía y todo encajó», explica el joven arquitecto, que acaba de lanzar su primer álbum.

El texto descriptivo y poético sigue la migración de los peces del Mediterráneo al Caribe. Una oda a un ciclo milenario, cantada desde el punto de vista del animal: siempre en movimiento, esquivo, «sin molestar a nadie».

E

l viaje del pez es épico. «El animal», explica Andreo, «viene a poner sus huevos en el Mediterráneo oriental. Una vez que los huevos eclosionan, las crías lampugas iniciar un viaje de miles de kilómetros». Llevados por las corrientes, cruzan el Mediterráneo y luego el Atlántico, y su paso por las costas de Mallorca, entre septiembre y finales de año, es solo una etapa de una migración circular que los lleva de vuelta a las costas de América del Sur y Central. Allí, mallorquina lampugas pesan hasta 25 kilos o más y se llaman dorado en Cuba, mahi-mahi en Hawái o como muertos en México (porque este pez siempre permanece debajo de algo que flota en el mar). El nombre cambia, pero la apariencia sigue siendo la misma: un cuerpo aerodinámico, una cabeza que cambia de forma con la edad y tonos verdes casi fluorescentes que parecen captar la luz.

«En realidad, hay dos historias», continúa Pere Andreo. «La del llampuga, que viaja por todo el mundo y vuelve a poner sus huevos en el Mediterráneo, y en el de los pescadores». Cada año, el 29 de junio, día de Sant Pere, patrón de los pescadores, los marineros sortean para decidir dónde colocar cada uno de ellos sus alcaparras, las grandes boyas flotantes bajo las que lampugas reunir... Diez o doce por patrón, no más. Las alcaparras están hechas de piedras de estanque cubiertas con plástico de colores, a modo de boyas. En el pasado, estaban hechas de una mezcla de trozos de madera y redes de pesca. Los pescadores regulan sus propias cuotas para que haya aproximadamente el mismo volumen de pescado a la venta todos los días.

Para filmar el vídeo musical para la canción, Pere partió con el fotógrafo y director Tarek Serraj en el barco de Gori Mayol. Se reunieron a las 4 de la mañana en el puerto de Sóller, bajo un cielo aún oscuro por la noche. El barco se deslizó hacia el mar: un pez pelágico, el llampuga ama las aguas profundas. «Fue magnífico», dice entusiasmado Pere Andreo. «Temprano por la mañana, nos acercamos en silencio, encendimos las luces y, de repente, los vimos «bailando bajo el alcaparra», como canta Pere. Los pescadores echaron las redes y las levantaron con mano firme. «Bajo la primera alcaparra», dice Pere, «había solo una treintena lampugas, pero en el segundo, fue una locura, ¡pescamos casi 400 kg! Gori llamó a los demás pescadores: «¡Dejen de pescar, hemos alcanzado la cuota de dos días!»

En el paladar, llampuga no es especialmente atractivo: «Es un pescado bastante duro, no muy delicado, con carne firme y muchas espinas», admite Andreo. Todo esto hace que sea difícil de vender. Y quizás eso es lo que lo ha mantenido alejado de la comercialización, la turistificación y la banalización. Permaneciendo fuera de la ruta turística, llampuga sigue siendo un pescado local, cocinado de la manera tradicional como siempre lo ha sido.

Por lo general, se corta en trozos, se fríe y se sirve con pimientos, patatas o un tumbet mallorquín. El llampuga forma parte del panorama mental de los mallorquines, concluye Andreo. «Vuelve, como una estación, como un recuerdo». Y ahora, gracias a él, como un icónico estribillo mallorquín.

¡Vea el vídeo completo!

Foto: Tarek Serraj