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ada año, el llampuga regresa en otoño, como un viejo amigo con el que siempre puedes contar. En Mallorca, este pez migratorio tiene sus aficionados, sus recetas, sus secretos... y ahora su canción. Un homenaje inesperado a uno de los símbolos más modestos, pero más emblemáticos, de la isla. Como canta Pere Andreo, «el llampuga nunca engaña a nadie»: se deja atrapar sin resistencia, y esto es, sin duda, lo que la ha hecho tan popular en la isla. Lleva consigo el recuerdo de una época en la que la pesca se realizaba sin grandes medios, cuando la gente vivía de lo que el mar tenía para ofrecer. Nada de langostas, casi nada de langostinos, ni ninguno de los pescados que ahora damos por sentado en los puestos del mercado.
Desde pequeño, como todos los mallorquines, Pere Andreo ha escuchado a la gente decir «Es templo de llampuga» tan pronto como llegue septiembre. «Había una especie de misterio en torno al llampuga, algo mágico», afirma. «¿Dónde están los lampugas ¿de dónde vienen? ¿Por qué vienen?» Su curiosidad lo llevó a investigar el evento anual para la columna que escribe en «El Setmanari Sóller», uno de los periódicos más antiguos de Europa. «Me interesa», explica, «todo lo que se escapa a las páginas de las noticias: la cultura popular, la etnografía, la etnología, en resumen, las historias que los periódicos ya casi no cuentan», explica. «Un día, iba en moto y me topé con esta escultura en piedra de un llampuga en el puerto de Sóller, y la letra de la canción me llegó espontáneamente durante el corto viaje a Sóller. Empecé a pensar en ello, pensé en una melodía y todo encajó», explica el joven arquitecto, que acaba de lanzar su primer álbum.
El texto descriptivo y poético sigue la migración de los peces del Mediterráneo al Caribe. Una oda a un ciclo milenario, cantada desde el punto de vista del animal: siempre en movimiento, esquivo, «sin molestar a nadie».

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